Romina Ferro: «Un párrafo en un periódico es importante»
La guardameta argentina del Levante empezó a jugar al fútbol a los 18 años y reclama que se dignifique el deporte femenino
- ¿Cómo aterrizó en el fútbol? ¿Qué fue lo que la atrajo hacia este deporte?
Comencé con el tenis. Desde los siete años hasta los 17 o 18, cuando me aburrí. Entonces me encontré con una compañera que jugaba al fútbol y me dijo que si me gustaría jugar. Le dije "estaría bueno". Como tenía dos hermanos, sabía jugar más o menos. Empecé en 1998, en el club Chicago, de Mataderos (provincia de Buenos Aires), como jugadora. Al poco tiempo se lesionó la arquera y como era la más alta me mandaron al arco. Me manejaba con los reflejos y la coordinación del tenis y se me hacía más fácil. En la temporada 98-99 pasé al River Plate. Luego me llamaron de la selección argentina.
–O sea, que fue por casualidad.
Sí, aunque siempre me manejé dentro del deporte. Es lo que más me gusta; vivo para entrenar.
–¿Y antes de ese partido no había jugado nunca de portera?
No. Cuando empecé en el 98 estuve dos meses jugando de 4, de defensa, y después ya pasé al arco y me encantó.
–¿Nunca más volvió al tenis?
No, aunque doy clases de tenis y soy profesora de Educación Física. En Argentina trabajaba por las mañanas enseñando tenis y gimnasia. –Lo suyo es el deporte, está claro. Mi mente es un mundo deportivo.
–¿Influida por alguien?
No. Yo quería jugar al tenis porque había sido el boom de Gabriela Sabatini en Argentina y a los ocho años mis padres me mandaron al tenis.
–¿El River Plate es el mejor equipo de Argentina?
River y Boca, después hay otros y se está nivelando la competitividad poco a poco. Eso es bueno.
–¿Haya tanta rivalidad, a escala, entre River y Boca como en el fútbol masculino?
Sí, es el clásico. No suele ir mucho público a la cancha, pero cuando se juega el clásico va la gente y es muy lindo, nos motiva más.
–¿Hay mucha tradición de fútbol femenino en Argentina?
El problema es que culturalmente es un deporte de hombres, que apasiona al hombre. En Argentina es la locura y a la mujer le cuesta mucho incorporarse. Hay muchos prejuicios y eso que ya estamos en el siglo XXI muy avanzados. En 2003 fuimos al Mundial por primera vez y se notó mucho la diferencia de trabajo. Eran aviones, nos pasaron en lo físico y por experiencia.
–¿Guarda un buen recuerdo del Mundial?
Fui la portera más goleada, pero siempre digo que en el primer partido llegaron 18 veces y me hicieron seis goles. No me gratifica encajar seis goles, pero ellas llegaban mucho. Fue lindo, me dio ganas de seguir trabajando.
–¿La sorprendió el interés del Levante?
Sí, es un sueño porque quise destacar en un deporte y esto es muy lindo. Vine en busca de experiencia deportiva y personal.
–¿Era seguidora del River antes de fichar por este club?
No, no (se ríe), soy muy fanática de Boca, pero cuando lo tenía de rival defendía a mi equipo a muerte.
–¿Y qué se ha encontrado aquí?
Me sorprende la difusión que le dan. Un párrafo en un periódico es importante. De lo contrario, no existes. Está claro que hay cosas más importantes, pero esto es lo que hace evolucionar al deporte.
–¿No ocurre igual en Argentina?
Allá se te ríen. Le dices a un hombre que juegas al fútbol y te mira de arriba a abajo. Se cree que la mujer es más varonil. Yo digo que todo deporte cambia la estructura física de una mujer, pero en el hombre no queda mal porque se dice "¡qué ideal, qué potente, mira qué cuerpo!". Pero a la mujer se le relaciona con lo delicado, lo frágil y a muchos hombres una mujer fuerte le causa rechazo.
–Pero eso son prejuicios.
Mejor hacer deporte que estar sentado ante una computadora todo el día, con los jueguitos, comiendo mal... El deporte es sano y es salud, aunque en el alto rendimiento no es tanto salud (sonríe)...
–¿Ha cambiado mucho su vida de Argentina a España?
Me he encontrado mucha seguridad. En Argentina estamos pasando un mal momento: muchos robos y cosas feas por la noche. El primer día que salí aquí por la noche, a eso de las diez, iba mirando para todas partes. En Argentina prefiero quedarme en casa. Aquí también encuentro más respeto y educación.
–¿Ya vivía sola en Argentina?
Vivía con mi mamá y un hermano de 26 años. El otro vive con su novia. Mi papá falleció hace tiempo. Estamos muy unidos.
–¿Le asustó el cambio?
Sí. Me vine sola, no sabía qué me iba a encontrar, pero las chicas me integraron rápido.
–¿Comparte piso por una cuestión económica?
El club rige de esa forma, le da un piso a las que vienen de fuera. A mí me gusta más que vivir sola y tengo dos compañeras divinas.
–¿Añora mucho su país?
Sí, hay muchas costumbres como el mate, un símbolo de familia. También me gustaría trabajar, no quiero descuidar mi carrera.
–¿Cómo vivió su generación el 'Corralito'?
Fue terrible. Tenía 22 años. Me río porque ustedes, acá, se manejan mucho por el banco y allá tenemos tanta desconfianza de dejarles la plata... Aquí me dijeron de ingresarme el dinero y yo contesté: "¿De qué?". La gente en Argentina ya no cree en los bancos, ni tampoco en la política... Hay mucha corrupción.
–No tienen fe en los políticos.
Sí. No se cree, el Gobierno quedó muy mal ante los ojos de los ciudadanos. Pero hay que mantener la fe.
–¿Qué deportes le gustan?
El tenis, también el hockey, que se ha puesto muy de moda en Argentina. Las leonas han hecho un buen papel y han ayudado a las mujeres de otras disciplinas.
–¿A qué tenistas admira?
Coria, Nabaldián... Hay una buena hornada de argentinos, aunque también de españoles. Pero no existe mucha rivalidad porque en Argentina todos descendemos de españoles e italianos. Por eso me resulta todo muy familiar. Mis tenistas favoritas son las Williams, son máquinas.
–Hace poco le dieron un premio junto a la saltadora de altura argentina Solange Witteveen. ¿Sabe que vivió en Valencia?
Fue un premio por deportista de espíritu, esfuerzo, alma. Siempre lucho hasta el final. Solange me dijo que estuvo un año y le encantó.
–¿Entiende la diferencia de pasión entre la selección argentina y la española?
No sienten el orgullo y el amor por la camiseta. Allí hay mucha pasión, aunque de ahí se pasa a la violencia. Allá juegas dentro de la jaula de un zoológico.