Ainhoa Azurmendi: «El fútbol es el último bastión de la masculinidad»

Entrevista publicada en el semanario GAUR8 de GARA

Ainhoa Azurmendi: «El fútbol es el último bastión de la masculinidad»

Ainhoa Azurmendi (1978, Hernani) ha realizado una tesis que analiza los obstáculos psicosociales que atraviesan las entrenadoras y las árbitras en mundo del deporte. Ha tenida la ocasión de conocer la actualidad y los impedimentos. Ha realizado, en total, 33 entrevistas y las conclusiones las ha comparado con la realidad del País Vasco, en España y en Canadá. Dice que el cambio estructural se debe dar en el mundo entero.

También trabaja en la empresa Avento Consultoría, llevando a cabo el 'Plan de igualdad' con algunos clubes y federaciones. Son pocas las entidades que han querido llevar adelante el mencionado plan, aunque pida la ley (un 12'5% en el País Vasco). Azurmendi cuenta las dificultades que atraviesan las mujeres, también recuerda algunas anécdotas, muestra su enfado por la desigualdad y ha intentado proponer alguna que otra solución.

¿Cuál ha sido el obstáculo que más se ha repetido en las entrevistas?

Sobre todo, el de la cultura. Las divisiones de rol según el sexo que impone una sociedad sexista o patriarcal. Es decir, poner en duda su capacidad. Ese obstáculo lo han mencionado, sobre todo, las entrenadoras o árbitras que practican un deporte que tradicionalmente ha sido catalogado como masculino, no tanto las que están en los deportes que tradicionalmente ha practicado la mujer. Por otra parte, también han destacado que normalmente suelen estar en categorías más modestas y las dificultades que tienen para ascender de nivel.

En el caso de las árbitras, en muchos deportes femeninos, es poco habitual que la colegiada principal sea mujer.

Dicen que los deportes masculinos han tenido y tienen más estatus. Así pues, si envían a una mujer a arbitrar un deporte femenino o a entrenar un equipo femenino, sienten como si fuesen de segunda categoría. "¿Por qué no con los chicos?", piensan. Es contradictorio, pero ellas también han interiorizado que tiene más estatus entrenar o arbitrar a los chicos. Por una parte, porque va más gente a ver y por otra, aunque sea de la misma categoría, se cobra más en partidos o competiciones de los chicos.

¿Qué piensa cuando lee o escucha que estamos cerca de la igualdad?

He leído tres tipos de discursos en las entrevistas que he realizado. Uno de ellos decía así: "Sí, hay igualdad y si las mujeres no llegan a esos puestos es porque no quieren". Luego, había un discurso más intermedio, en el que decían que había mejoría en algunos aspectos y que, como mucho, había desigualdad en los deportes que tradicionalmente se han considerado masculinos. Y por último, había quien decía que no había igualdad y que faltaba mucho para llegar a ese punto.

Si practicas un deporte que está en consonancia con tu estereotipo parece que puede haber igualdad, que no hay problemas porque no has roto ningún estereotipo. Por el contrario, si estás en un deporte que se ha considerado tradicionalmente como masculino, parece que hay más resistencia. Y lo vemos día a día. Por ejemplo en los insultos que reciben las árbitras. Muchos se han quejado diciendo que también se les insulta a los hombres. Pero no es lo mismo un insulto o un insulto sexista. No es lo mismo decir, «vete a casa a fregar» o «vete a casa».

¿Los hombres se siente incómodos si les arbitra una mujer?

Muchas mujeres a las que he entrevistado, las que están en un deporte que tradicionalmente se ha considerado masculino, han dicho que se cuestionan mucho sus cualidades. Una de las preguntas de la entrevista era la siguiente: "¿Qué es lo más importante para ser árbitra o entrenadora?". Y ellas respondían que hay que saber imponer. Ya tienen interiorizado que deben tener un carácter fuerte. ¿Por qué? Porque son conscientes que pondrán en duda sus cualidades.

Esta anécdota no está asociada con los obstáculos pero es bastante curiosa: hay informes que han analizado que los árbitros toman distintas decisiones según el sexo de los/las deportistas. Es decir, a la hora de jugar interiorizamos los estereotipos sociales. Por ello, los árbitros, en muchos casos, sancionan más una acción dura de las jugadoras, porque juegan en contra de su estereotipo. Nuestro estereotipo dice que no podemos ser impetuosos. Encontramos datos en diferentes aspectos que nos hacen saber que todo ello es pura resistencia. No aceptan que las mujeres tengamos ciertas actitudes o que hagamos ciertas actividades.

En la tesis habla de obstáculos psicosociales.

Hay tres tipos. Uno de ellos es sociocultural, provocados por la sociedad. Por otra parte, también hay organizacionales. Es decir, el organigrama o funcionamiento que existe en los clubes, federaciones, instituciones, etc. En ello, quisiera subrayar el concepto "Old Boys Network". Está demostrado internacionalmente que existen redes informales formados por hombres, redes que utilizan para su merced. A consecuencia de esas actitudes, las mujeres tienen más trabas para entrar en instituciones o incluso para subir de categoría, por ejemplo, porque no están impuestos procesos formales ni transparentes para ello.

Y por último, el obstáculo personal. Las mujeres internalizamos conceptos como la soledad, no tener referentes, el peso de la familia… Que las mujeres debemos ser madres es una carga que viene del campo sociocultural y si no podemos compaginar las dos tareas, sentimos culpa. Preguntamos también por la carga de la familia y sacamos conclusiones muy interesantes.

¿Por ejemplo?

Las mujeres suelen dejar la práctica deportiva para cuidar a su hijo/a. Y se refleja lo que se ve en otros ámbitos, como por ejemplo, en las empresas. Las mujeres dejamos antes el trabajo para cuidar de la familia. Más aún, teniendo en cuenta que el ámbito deportivo no es profesional. También hay diferencias entre jóvenes y veteranas.

Las jugadoras de Estados Unidos suelen llevar a los niños/as a las concentraciones. ¿Es porque tienen necesidad de llevarlas con ellas?

Eso también podemos mencionarlo como una contradicción. ¿Un hombre tendría esa misma necesidad en un viaje laboral? Es decir, yo respeto esa elección, y en caso de ser necesario estaría dispuesta a mediar pero, ¿cuánta es necesidad de verdad y cuánta formada por la sociedad? Ahora estamos reivindicando que los padres también se impliquen en los cuidados, que haya guarderías… Además, no se ha valorado el trabajo que hacen las mujeres en el cuidado de los hijos/as. ¿Y ahora qué haremos, tener un niño y llevarlo al trabajo?

Por otra parte, les permite seguir practicando el deporte.

Está bien que en los contratos se reconozca esa opción. Aquí BAT Basque Team-ek tuvo en cuenta. Los deportistas admitieron que para ellas era una preocupación el cuándo ser madres y lo tuvieron en cuenta.

Volviendo al órgano de las federaciones, ¿quizá no quieren que estén las mujeres para no romper su zona de confort?

Sí, lo dicen las investigaciones. Lianne Norman (Reino Unido) ha escrito mucho sobre ese tema. También Susanna Soler, que está implicada en el proyecto de la Federación Catalana que impulsa la participación de las mujeres en el fútbol sala. En sus artículos se puede leer que les molesta la presencia de la mujer, sobre todo en los deportes que tradicionalmente se han considerado masculinos; les incomoda que reivindiques tus derechos. Mencionaban eso mismo las mujeres a las que hemos entrevistado.

Tanto clubes como las federaciones se elogian a sí mismos cuando realizan algún pequeño avance en el ámbito de la igualdad. Si quieren alabanzas, ¿por qué no hacen progresos más firmes?

Porque estamos en una zona de confort. Hay que trabajar las estrategias y también los momentos, y eso no quiere decir que yo sea conformista. Porque no lo soy, para nada. Desde mi punto de vista, no voy a ser una consejera que alabe todo. Yo siempre intento ayudar o me gusta reivindicar cuando veo cambios estructurales de verdad.

Las mujeres deben luchar más para ser entrenadora o árbitra, y algunas veces esa lucha acarrea perder el interés y terminan dejando. ¿El desistir sería dar la razón a algunos?

Eso es. Al final, si no tienes referentes, sientes que te ponen obstáculos, ves que cobras menos que tu compañero o que te asignan partidos de menor nivel… También sienten soledad.

¿Es más difícil crear referentes en el caso de entrenadoras o árbitras?

Hace falta mucho y es necesario en los dos casos. Si ves mujeres entrenando o arbitrando, normalizas la situación. Se cambia tu perspectiva mental. Si ves solo hombres, no imaginas que una mujer sea capaz de hacerlo. Necesitan referentes para proyectar que algún día ellas también podrán lograrlo. Para ello, es necesario que se reconozca la labor de las entrenadoras, que se les trate bien, etcétera.

¿Se mira con lupa a las mujeres?

Estamos muy lejos de normalizar esa situación. Hay casos como en el balonmano o en baloncesto. ¿Pero en el fútbol? Helena Costa y Corinne Diacre del equipo francés Clermont son las excepciones. El fútbol es un ámbito de resistencia, muy grande además. Y se pone en duda, constantemente, las capacidades de la mujer. No solo como entrenadoras, árbitras o jugadoras, sino también como periodistas, médicas… Por ejemplo, ahí está el caso de Eva Carneiro. Diría que el fútbol es el último bastión de la masculinidad. Y la imagen de la mujer está muy estrujada.

¿Alguna solución?

Te voy a poner un ejemplo. Un hombre de la federación inglesa, que tenía un cargo en el consejo directivo, mandó a la cocina a una árbitra. Por consiguiente, tuvo que pagar una multa económica, le suspendieron del cargo durante tres meses, y tuvo que hacer un cursillo sobre la igualdad entre hombres y mujeres. Y la mujer tuvo el apoyo del comité técnico de los colegiados. Eso mismo me parece modélico. Ya es suficiente que las mujeres padezcan el machismo o la resistencia día a día, que se ponga en duda sus cualidades permanentemente. Hay una normativa que dice que las federaciones tienen que hacer planes de igualdad.

¿Por no cumplir la ley, no debería castigar el gobierno español o Eusko Jaurlaritza (el gobierno vasco)?

Deberían. ¿Qué pasa cuando se incumplen las demás leyes? Debería tener unas consecuencias. Si no, no entiendo para que las aceptan.

¿Hipocresía?

En algunos casos aceptar una ley supone una inyección económica y también impulsan la sensibilidad. Es una cosa que ocurre en el camino, pero el objetivo no debe ser eso. Hay que crear una cultura sobre un tema y habría que castigarlo. Es necesaria la formación y que las mismas mujeres empiecen a creérselo y que tengan ese compromiso. Entiendo que la tienen y que en el trayecto puedan perder las ganas. Hay muchos casos que lo demuestran. Por ejemplo, una entrenadora de máximo nivel, que había sido jugadora internacional, expresaba que en Madrid, en los cursos de entrenadores, estaban varias chicas y que los instructores se dirigían a ellas en estos términos: "Y tú, chiquita, también practicas este deporte". Y pasa constantemente.

¿Existen diferencias entre los casos de Canadá y los de aquí?

Son parecidos. Tiene que darse un cambio estructural en todos los sitios. Allí llevan varios años con políticas especificas para que las mujeres practiquen deporte o para que sean entrenadoras; tienen un programa nacional con una garantía económica. Si calculamos el índice de la igualdad, están más avanzados que nosotros pero también existen desigualdades. Es un problema a nivel global. El acoso sexual, discriminación, el ya mencionado "Old Boys Network"… aparecen los mismos elementos. Otra cosa es que allí sean más progresistas, que tengan en marcha programas o que crean más.

¿Ha sentido frustración?

Ha sido muy difícil encontrar mujeres. Y eso, que me han ayudad las federaciones. Y es muy bonito escuchar a esas mujeres. Me parece que hay mucho que aprender. Ha sido una experiencia increíble, ha sido un privilegio.

¿Qué responsabilidad tienen los medios de comunicación?

Fundamental. Me parece muy bien que un medio de comunicación publique una noticia en la que denuncien que un hombre que llamó "guarra y puta" a una juez de línea tuvo que pagar una multa económica de tan solo 50 euros. Que eso aparezca como una crítica, subrayando que la multa fue pequeña. Pero que no publiquen solo cuando se dan ese tipo de casos. Que publiquen historias, hacerlas visibles, crear referentes. ¿De verdad hay interés para tratar con respeto a las mujeres?