Cuando una imagen vale más que 1.000 palabras
Dicen que una imagen vale más que 1.000 palabras. Y en este caso, la que ilustra este texto tomada por Lalu R. Albarrán es el claro ejemplo de ello. En ella se puede ver a las jugadoras del Barcelona manteando a una de sus rivales, Virginia Torrecilla, después de haber ganado la Supercopa de España. Hasta ahí todo puede parecer hasta normal. Pero hay mucho más. Por lo que significa, por quiénes aparecen, por el momento en el que se tomó, por su viralidad en redes sociales... Por eso, intentaré no acercarme ni de lejos a esas 1.000 palabras para poner en contexto esa imagen que ayer emocionó al mundo del fútbol. Todo amante de este deporte, ya fuera hombre o mujer, sintió un pellizquito en su corazón al verla. Incluso los que no han disfrutado de un partido de fútbol nunca. Porque esa imagen es sinónimo de vida, de lucha, de entrega, de sacrificio, de compañerismo, de amistad, de valores... Podría seguir así hasta mañana, pero entonces sí llegaría a esas 1.000 palabras que, sinceramente, creo no son necesarias.
Para los que no sepan de qué va todo esto, les pongo en antecentes. La mujer que está siendo manteada es Virginia Torrecilla, una luchadora a la que hace algo más de dos años le diagnosticaron un tumor cerebral. En su día, y tras ser operada, los médicos la dijeron que no podría volver a jugar al fútbol, que tendría que dejar de lado su pasión, su vida. Ayer, 683 días después, Vir volvió a vestirse de corto para disputar los últimos minutos de la final de la Supercopa con la camiseta del Atlético de Madrid, su actual club, en un ejemplo de valentía, esfuerzo, trabajo y constancia. Porque lo que ha hecho Virginia va mucho más allá del fútbol. Va de la vida...
Todo lo que pasó desde que la balear saltó a calentar y hasta esa imagen quedará en el recuerdo y será inolvidable. Antes de saltar al campo se abrazó cariñosamente con Alexia Putellas, la Mejor Jugadora del Mundo, que en la imagen mira con una mezcla de respeto, alegría y orgullo a su amiga. A su entrada al césped, se fundió con su compañera Silvia Messeguer, que este año colgará las botas para dedicarse de lleno a su carrera de medicina. Y ya en el campo, Amanda Sampedro, la capitana y buque insignia del conjunto rojiblanco, le entregó el brazalete de capitán. Poco importaba ya que el Barcelona venciese por 7-0. La noticia era el regreso de Virginia. Por eso, al término del partido, las jugadoras culés quisieron homenajearla. Una a una la abrazaron, besaron y mostraron todo su cariño, respeto y admiración. Y cuando Virgina se derrumbaba por la emoción, no dudaron en levantarla en brazos y mantearla, en el gesto más bonito que se recuerda en un campo de fútbol en mucho tiempo.
Lo que sucedió minutos después fue una auténtica locura. Lalu, como siempre, estuvo en el sitio justo y en el momento preciso. Inmortalizó esa imagen y las redes sociales hicieron el resto. A última hora de ayer, ya prácticamente de madrugada, los likes e interacciones no cesaban: 39.000 me gusta y 8.000 retuis en twitter; casi 5.000 me gusta en Instagram; otros 400 en facebook... Aficionados, jugadoras de otros equipos, periodistas, no solo deportivos, e incluso Puyol se hacían eco de esa imagen que, como bien decía al inicio de este texto, vale más que 1.000 palabras. Porque esa imagen no es solo la de unas amigas manteando a otra. No es una celebración más. Esa imagen es el mejor ejemplo de vida que se pueden encontrar hoy en día...