La ACFF presenta ante el CSD una solicitud para que la Primera División sea calificada como competición profesional
La legislación actual permite calificar como profesional a cualquier competición oficial que cumpla con los criterios establecidos
La Asociación de Clubes de Fútbol Femenino (ACFF) presentó en el día de ayer una solicitud ante el Consejo Superior de Deportes para que la Primera División Femenina sea calificada como competición profesional.
Tal y como se establece en la Ley 10/1990 del Deporte, las competiciones deportivas de carácter oficial se clasifican en profesionales y no profesionales, correspondiendo al Consejo Superior de Deportes su calificación como competición profesional. La calificación como profesional establecería el marco normativo necesario para que los clubes participantes pudieran organizar, como liga profesional, y de manera coordinada con la RFEF, los aspectos organizativos y comerciales de la competición, en un modelo que permitiría desarrollar todo su potencial.
Casi treinta años después, y a pesar de los numerosos cambios que se han producido en el ámbito organizativo, deportivo y económico, las únicas competiciones profesionales en España siguen siendo la primera y segunda división A de fútbol (LaLiga Santander y LaLiga SmartBank) y la ACB (Liga Endesa) de baloncesto, todas ellas masculinas. Es evidente que la realidad ha avanzado y que concurren diferentes elementos fácticos, jurídicos y socioculturales que no sólo posibilitan, sino que aconsejan e incluso obligan a extender dicha calificación a otras competiciones que reúnan los requisitos establecidos para ello. Así, ni la Ley 10/1990, ni el RD 1835/1991, ni ninguna otra disposición legal aplicable, establecen limitaciones al Consejo Superior de Deportes para poder calificar como profesionales a nuevas y diferentes competiciones oficiales y estatales de una misma modalidad deportiva que reúnan los requisitos y condiciones establecidos. El fútbol femenino español ha experimentado un cambio sustancial en los últimos 5 años que ha permitido aumentar su visibilidad y reconocimiento, incrementar su nivel competitivo y desarrollarse a nivel comercial, obteniendo así más recursos que han permitido mejorar las condiciones en las que las jugadoras desarrollan su trabajo, y ha demostrado sobradamente su potencial para convertirse en un referente a nivel nacional e internacional. De esta forma, la Primera División Femenina ha ido evolucionando hasta convertirse en una competición con una innegable dimensión social, deportiva y económica.
Hablamos de una competición que en tan sólo 5 años, desde la creación de la Asociación, ha conseguido que todas sus jugadoras tengan contratos profesionales, consiguiendo un hito muy especial como fue el I Convenio Colectivo, con una importante presencia televisiva y audiencias que superan los 6 millones de espectadores al año, convirtiéndose así en la tercera competición nacional en ingresos por comercialización de sus derechos audiovisuales por detrás de LaLiga y la ACB, y que ha sido capaz de llenar los grandes estadios del fútbol profesional. De esta forma resulta evidente que la Primera División Femenina cumple los criterios legalmente establecidos para la calificación de competiciones de carácter profesional: la existencia de vínculos laborales y la importancia y dimensión económica de la competición. No obstante, y a pesar del mucho trabajo y avances logrados, el fútbol femenino, la mujer futbolista, todavía no dispone del entorno necesario para poder alcanzar su pleno desarrollo. Todavía son muchos los desequilibrios, prejuicios y lastres que arrastran tanto clubes como futbolistas, entre los que se encuentra su vigente calificación como competición NO profesional. Desde la ACFF se han venido manteniendo contactos con los diferentes grupos políticos y sindicatos para transmitir la importancia de que clubes y jugadoras puedan disponer de todas las herramientas del sistema normativo español que contribuyan a facilitar el pleno desarrollo profesional de la competición y de sus carreras profesionales. Se trata, pues, de un paso imprescindible para seguir avanzando en la igualdad de género en el deporte y para que las niñas y mujeres puedan soñar con desarrollar su carrera profesional en una COMPETICIÓN PROFESIONAL.