Paso a paso por el buen camino
Las cosas han cambiado mucho en estas últimas décadas en España
El fútbol femenino español ha empezado a florecer después de muchos años de trabajo duro en las bases. La paciencia y dedicación de un pequeño grupo de fieles creyentes en el potencial de este deporte desde hace unos 20 años ha hecho posible que de manera lenta pero segura se esté avanzando en el camino de la normalización. Y haber llegado a disputar un Campeonato Mundial del Fútbol Femenino sub-19 de la FIFA como campeonas de Europa es buena prueba de ello.
Las cosas han cambiado en las últimas décadas pero aún queda un largo camino por recorrer hasta que se alcance la situación ideal, aquélla en la que el fútbol de chicas reciba la misma atención y respeto por parte de dirigentes, medios de comunicación y aficionados que el que juegan sus hermanos.
Todavía se va a la zaga. Un ejemplo. Si el Campeonato Europeo sub-19 masculino disputado en Suiza fue retransmitido en directo por la televisión pública española y ocupó numerosas páginas en la prensa escrita, las chicas no tuvieron tanta suerte y para ver sus partidos, incluida la apasionante final en la que derrotaron contra todo pronóstico a las todopoderosas alemanas, había que disponer de televisión por cable o satélite.
Sin embargo, se nota que el fútbol femenino progresa, y para eso sólo hay que recordar las sonrisas de felicidad de las chicas de vuelta a España cuando fueran recibidas por las cámaras de televisión para celebrar su histórico triunfo.
"Esta vez ha habido una grandísima repercusión, sobre todo mediática, como consecuencia de la obtención de este título. Al llegar había varias cámaras de televisión, muchos periodistas y la mayoría de los medios escritos. Por una vez se veía reconocido el trabajo y divulgado el éxito que habían conseguido. Espero que esto haya sido un punto de inflexión y que haya un antes y un después en cuanto a atención y ayuda", comentaba el seleccionador nacional Ignacio Quereda.
Asignaturas pendientes
Uno de los puntos más positivos en el desarrollo del fútbol femenino es la implicación de los grandes clubes profesionales como el Athletic de Bilbao, el Espanyol o el FC Barcelona, que han creado sus equipos y escuelas deportivas para chicas. Así se dobla la motivación de las amantes de este deporte ya que se les facilita el acceso a unas instalaciones y a entrenamientos adecuados a la vez que se ven respaldadas por la seriedad de años de tradición en el mundo del fútbol. Al mismo tiempo, se fortalece la calidad y el prestigio de la Superliga, la primera división femenina española.
Sin embargo, por otra parte, la escasa repercusión mediática del fútbol femenino frena la llegada de patrocinadores que hagan económicamente viable el desarrollo de nuevos equipos y la profesionalización. Para las chicas resulta desalentador en muchos casos porque no tienen perspectivas de futuro en cuanto a resolución de su vida y es muy complicado compaginar el deporte de alta competición con el estudio o el trabajo.
Mientras la mayoría de los padres animan a sus hijos a que se entrenen con intensidad por si llegaran a ser un Raúl o un Ronaldo (con lo que esto supondría económicamente), no sucede lo mismo con sus hijas a las que más a menudo se ponen trabas.
La lógica que aplica el seleccionador para defender el desarrollo del fútbol femenino es rotunda. Si hemos conseguido que las mujeres acudan a las gradas de un estadio, ¿por qué no van a poder pisar también el césped? Y ha luchado por que lo hagan desde que son muy pequeñas.
Empezando desde muy abajo
Hace cuatro años que se celebra en España el Campeonato Nacional de Selecciones Autonómicas Femeninas de Fútbol 7. La cita pasa prácticamente desapercibida para la mayoría de los aficionados, pero resulta ser un hermoso espectáculo preparado con mimo e ilusión.
La edición de 2004 se disputó en el mes de diciembre en Gijón (Asturias, norte de España). Diez combinados regionales presentaron a sus equipos formados por niñas de entre 10 y 13 años. Cada año aumenta el número de inscripciones al mismo ritmo que se fortalece el fútbol de base femenino. Se juegan partidos de 30 minutos en los que obligatoriamente deben participar todas las jugadoras convocadas.
En la primera jornada se disputa la fase de liguilla en las que los equipos se dividen en dos grupos. Una vez concluida esta etapa, los equipos se emparejan según el puesto conseguido para decidir la clasificación final. El título de campeonas se lo disputan los primeros clasificados de cada grupo.
La selección catalana, indiscutiblemente superior a todas sus rivales, se adjudicó el trofeo de 2004 tras superar en la final al combinado del País Vasco por 5-1 en un partido con espléndidos goles. El entrenador de las campeonas, Félix Gimeno, destaca la importancia de este torneo. "Esta competición las motiva muchísimo. Están todas muy contentas. Algunas nunca habían tenido la oportunidad de acudir a una concentración y aquí están aprendiendo mucho".
Durante toda la competición se respiró un gran ambiente festivo, de confraternidad entre los equipos y las aficiones. Y es que el mundo del fútbol no es solamente fútbol. El objetivo de este campeonato no es sólo la promoción de este deporte sino también la educación de las chicas en la competición desde muy temprana edad. Mientras, el seleccionador se pasea por el campo observando "cosas muy interesantes" que comentará más tarde con sus ayudantes territoriales para que no se queden en el camino estos pequeños talentos en potencia.