Un vistazo al fútbol femenino desde dentro
Seleccionadores analizan las características de esta modalidad
Aparte de las diferencias físicas más obvias, el fútbol masculino y el femenino no pueden ser más distintos. Y sin entrar a compararlos en lo que a calidad se refiere, existen algunos elementos en el balompié de mujeres que le aportan exclusividad y lo distinguen de un modo profundo e interesante. FIFA.com se sentó a dialogar con algunos de los seleccionadores nacionales en el Campeonato Mundial del Fútbol Femenino Sub-19 de la FIFA Tailandia 2004 para sondear algunas de las características que definen al fútbol de féminas.
Menos faltas, menos cinismo a la vista y una actitud general de ir siempre hacia delante parecen rasgos predominantes en la segunda edición de la única gran competición femenina juvenil de alcance realmente mundial, en el caluroso y húmedo sudeste de Asia. Existen una pureza y alegría en el fútbol femenino de las que, por supuesto, no carece el masculino; pero que lo hacen de algún modo -y lógicamente- diferente.
Un aprendizaje serio
"Las jugadoras con las que he tenido el privilegio de poder trabajar son grandes estudiosas del juego, siempre dispuestas a escuchar", declaró hace poco el seleccionador de Estados Unidos y ex entrenador masculino, Mark Krikorian, a FIFA.com . "Y con las chicas casi siempre sale menos a relucir el ego, y más el jugar bien como equipo y trabajar duro para las demás compañeras".
El seleccionador de Brasil, Luiz Ferreira, una de las personas más vivas e interesantes relacionadas con esta fase final tailandesa, mostró una opinión similar a la de su homólogo norteamericano, al valorar los aspectos positivos y negativos de entrenar a mujeres jóvenes.
"Me encanta entrenar a chicas", afirmó el entrenador, que también ha trabajado con hombres durante su carrera futbolística. "Les apetece entrenarse todo el día. Si por ellas fuera, se quedarían allí más tiempo diciéndote: 'por favor, enséñame más cosas'. Los chicos sólo quieren jugar todo el rato...".
El técnico sudamericano, que ha entrenado en sitios tan remotos como Corea, prosiguió: "Naturalmente, también es diferente táctica y técnicamente... Me gusta asimismo entrenar a estas jóvenes jugadoras porque realmente notas cómo van aprendiendo de ti".
Luchando por la causa
En un país como Brasil, donde el fútbol femenino sigue bastante en pañales todavía, jugadoras como Marta y Cristiane -bajo la tutela de Ferreira- son auténticas pioneras para la igualdad social y deportiva en su país natal, que con tanta pasión vive el fútbol.
Otro país en el que tiende a haber una ética futbolística casi exclusivamente masculina es España. De acuerdo con su seleccionador sub-19, Nacho Quereda, aún queda un largo camino por recorrer. Aun así, este consumado amante de la disciplina y estudioso del juego se ha dedicado específicamente a la categoría femenina.
"Lógicamente, los hombres y las mujeres son diferentes. Y eso es importante, porque también es aplicable al fútbol", afirmó este afable pero riguroso técnico. Quereda, que apunta a los factores psicológicos como quizá la única diferencia realmente importante, al igual que sus homólogos, asegura que también aprende mucho de sus discípulas.
"Obviamente, los hombres y las mujeres no pensamos ni sentimos de la misma forma. No reaccionamos de la misma manera ante situaciones similares", añadió. "Sin embargo, debo decir que las chicas me han ayudado mucho, y que ahora tenemos una 'relación armoniosa'; nos llevamos muy bien. Las chicas son muy disciplinadas. Entienden las explicaciones mucho mejor, y captan todos los detalles".
En Rusia, donde aún perviven algunos comportamientos anticuados, entrenar a mujeres debe de ser una experiencia similar a la de España. Pero Valentin Grishin lo lleva haciendo desde 1989. Sus maneras, un tanto bruscas, chocan con su fe ciega en el potencial de una de las selecciones más jóvenes de esta fase final.
"Es más fácil entrenar a hombres", afirmó. "Son dos estilos diferentes, porque las chicas son normalmente más impresionables, en comparación con los chicos. Pueden llegar a impresionarse demasiado. Por esa razón, a veces puedes gritarle a un chico, pero no a una chica en la misma situación, por ejemplo. De ese modo, tienes que encontrar una forma diferente de tratarlas".